Según publica Tutto Mercato , el exdefensa estaba delante cuando la vida de su excompañero cambió por completo: "Cuando recibió la llamada telefónica sobre la muerte de su padre, estábamos en la habitación. Descolgó el teléfono y comenzó a gritar de una forma que nadie puede imaginar. Todavía me estremece".
En ese momento, el argentino se sintió más unido a Adriano que nunca y comenzó a cuidar de él: "Desde ese día, Massimo Moratti y yo lo tratamos como a un hermano menor. Él continuó jugando al fútbol, anotando y dedicando sus goles a su padre al señalar el cielo. Pero después de esa llamada telefónica, nada fue igual que antes". Sin embargo, admite que no consiguieron salvarle: "No pudimos sacarlo del túnel de la depresión y esa fue mi mayor derrota, me sentí impotente".
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